El país anfitrión del principal torneo deportivo del planeta garantiza una agenda ajetreada a quienes lo visiten. La oferta turística conjuga una urbanización que invita a dar un paseo largo, como la rambla Corniche, y un antiguo mercado oriental, Zouq Waqif, donde late el corazón de la capital. El desierto y el mar ofrecen múltiples lugares de interés, y siempre es buen momento para visitar un parque o ir a la playa

Avistar un cardumen de tiburones ballena
Excursiones en barco de ocho horas de duración desde U$S 495 por adulto
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Una de las atracciones más exóticas de Qatar demanda embarcarse en un yate o en un catamarán, y surcar las aguas cálidas del Golfo Pérsico hasta llegar a la zona donde habitan los tiburones ballena, una fauna marina amenazada por los cazadores de Filipinas y Taiwán. Se trata de una especie peculiarísima donde los ejemplares hembra pueden llegar a medir hasta 20 metros de longitud: con ese tamaño semejante al de un ómnibus de línea compiten cabeza a cabeza con el pez de mayor tamaño, el tiburón peregrino. Los tiburones ballena encuentran las condiciones óptimas de vida en las costas cataríes -usan sus casi 3.000 dientes para alimentarse por filtración preferentemente de plancton-, y suelen nadar en la superficie en grupos de entre 100 y 300 individuos. Aunque su porte y su denominación coloquial imponen respeto, son animales dóciles que suelen nadar con los buzos que los visitan.

Ir a la playa en invierno como en verano

Balnearios públicos y privados, islas y el Mar Interior
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El país anfitrión del Mundial de Fútbol se precia de ser un destino con 365 días de playa, sol y mar (26 grados es la temperatura media en la estación invernal). Un menú nutrido ofrece opciones para todos los gustos: desde un balneario familiar que dispone de paseos en camello por las dunas y un safari (Sealine, 40 minutos en auto desde Doha) hasta el Mar Interior (Khor Al Adaid), reserva natural reconocida por la Unesco, que brinda comodidades para acampar y paisajes fascinantes de arena. Hay playas de tarjeta postal bañadas por aguas azules y muy populares (Al Maroona y Fuwairit), y otras más agrestes y deshabitadas que exigen un día de excursión (Umm Bab). Elegida por los deportistas acuáticos y por su cercanía con la capital, Katara es una alternativa al alcance de la mano para los visitantes que sólo busquen un respiro de la ciudad. Fuera de los balnearios públicos, Qatar dispone de una línea de hoteles y clubes de playa privados que se distinguen por sus instalaciones lujosas y sofisticadas. El emblema de estos paraísos exclusivos es Banana Island, una ínsula con spa, camas balinesas y tratamientos zen a la que se llega tras un viaje de 25 minutos en catamarán desde Corniche.

Comprar joyas de oro en el mercado Zouq Waqif
Zoco oriental con renombrado ambiente social y culinario
musement.com (excursiones guiadas en inglés)

Zouq Waqif es una inmersión en un espacio de callejuelas laberínticas que conserva la impronta, la atmósfera y el bullicio del icónico mercado oriental. Situado en un enclave céntrico estratégico de Doha, en la orilla del Wadi Musheireb, el zoco más añoso de la ciudad invita a comprar objetos de oro, perlas, antigüedades, especias y recuerdos así como a sentarse a comer, y a observar el movimiento humano incesante en un entorno arquitectónico tradicional, que hasta dispone de establos para el cuidado y la exhibición de espléndidos caballos árabes blancos, y de halcones (la cetrería es una actividad muy difundida en Qatar). En su momento centro del comercio de ovejas, cabras y lana, Zouq Waqif hoy atrae a compradores, y joyeros y tenderos, pero, también, a lugareños y visitantes al tanto de los desayunos célebres que sirve Shay Al Shoomos, primer restaurante en Qatar de propiedad de una mujer qatarí, Shams Al Qassabi. Este mercado se toma en serio su condición de corazón de la capital: no sólo vive de día, sino también de noche, cuando su ambiente de otra época se llena de buscadores de comidas típicas que se zambullen en locales decorados con alfombras y lámparas de colores.

Experimentar y entender la cultura del desierto

Safari por el paisaje que forma el viento en contacto con las dunas
gettyimages.es/fotos/ras-abrouq

El desierto empieza justo donde termina la influencia de Doha, y se erige en recuerdo permanente de los orígenes de Qatar. Las dunas son un componente esencial de cualquier visita a este país fundado por tribus seminómades y hay numerosas maneras de contemplar las escenas efímeras de la arena: un trayecto corto en auto basta para toparse con este paisaje de beduinos, pero también existen excursiones sofisticadas en vehículos todoterreno y camellos. La guía de turismo oficial “Qatar Now” (“Qatar Ahora”) recomienda visitar la zona adyacente a la costa Oeste, particularmente Ras Abrouq, paraje ubicado a 70 kilómetros de la capital donde formaciones inusuales de piedra caliza conforman un terreno dramático. Allí mismo, la Reserva Natural de Brouq alberga una gran cantidad de sitios arqueológicos de períodos prehistóricos, incluidos ejemplos de las herramientas de pedernal usadas para cazar. Muy cerca de allí, en Zekreet, aguarda la visión fabulosa de las instalaciones escultóricas “Este-Oeste/Oeste-Este” creadas por el artista estadounidense Richard Serra.

Remontar un barrilete en el parque Aspire

Espacio verde urbano con lago artificial extendido en 88 hectáreas
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El parque Aspire (Aspire Park) es el de mayor tamaño de Doha y uno de los que mejor simboliza la planificación urbana detallista de esa ciudad: se trata de un balcón privilegiado hacia Torch Doha, la torre más alta de Qatar. Este espacio verde se desarrolla en 88 hectáreas en un entorno que se distingue por su impronta deportiva presidida por el Internacional Jalifa, el estadio decano de Qatar -y el único que existía antes de ganar la sede del Mundial-. Pero en Aspire hay mucho más, desde un lago artificial donde es posible dar un paseo en bote hasta cafés, senderos para caminatas, áreas de juegos infantiles y olímpicas públicas, que son utilizadas para nadar, y practicar buceo y waterpolo. Sus cielos despejados resultan perfectos para remontar barriletes y, de hecho, en marzo tiene lugar allí un Festival Internacional que congrega volantines fantásticos. Este espacio público brinda sosiego y desahogo a un área muy densa de Doha: el borde sur del parque conecta con un complejo de hoteles y comercios que comprende al popular Villaggio Mall.

Navegar en un dhow mientras atardece

Vista con luz ideal de la línea de rascacielos montada en el umbral del Golfo Pérsico
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La navegación en la embarcación tradicional de madera de la península arábiga, el dhow, brinda la experiencia del mar tal y como la conocieron los beduinos, y, por otro lado y en contraste, la experiencia del mar desde el punto de vista ambicioso de los cataríes contemporáneos. Esa experimentación por partida doble se transforma en un espectáculo visual único con la puesta de sol que enrojece el cielo y enfatiza el contorno omnipotente que dibujan las torres de Doha. Nuevos rascacielos se suman a ese horizonte fastuoso mientras el dhow va y viene por la costa de Corniche, la rambla que enorgullece a la capital. Antes del descubrimiento de las reservas de hidrocarburos, a mediados del siglo pasado, este bote pintoresco fue  usado durante siglos por pescadores, buscadores de perlas y mercaderes. El dhow hoy funciona como un medio de transporte turístico y un emblema cultural poderoso (la arquitecta fallecida Zaha Hadid se inspiró en él para diseñar Al Janoub, uno de los estadios levantados con motivo del Mundial). Su presencia en la era más próspera de Qatar se entiende por el atributo de la longevidad: con una vida útil de hasta 120 años, el dhow tiene la fama de saber envejecer.  

Hacer una pausa en el Anfiteatro griego

Tour por los hitos de la Aldea Cultural de Katara
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En el medio del distrito financiero ubicado en la Bahía Occidental y la isla artificial La Perla (ver informe en LA GACETA del 13 de agosto pasado), la Aldea Cultural de Katara se proyecta como un influyente reducto artístico y religioso. Sin duda el punto sobresaliente de esta área de Doha es el Anfiteatro griego para 5.000 espectadores emplazado en una superficie de 3.275 metros cuadrados. Este edificio portentoso presenta arcos islámicos; vistas privilegiadas del mar y de Katara, y una instalación titulada “La fuerza de la naturaleza” que representa la impotencia de la humanidad frente al poderío de la madre tierra. El Anfiteatro es un lugar ideal para hacer una pausa reflexiva luego de recorrer los restantes lugares de interés de la Aldea: el Planetario Al Thuyara; las salas de exposiciones de arte que abundan por doquier; la bellísima Mezquita de Katara diseñada por la arquitecta turca Zeynep Fadilloglu, que se distingue por sus azulejos y reverencias a otros edificios musulmanes de Estambul; la Mezquita de Oro, que es más pequeña que la anterior, pero igualmente llamativa, y la Katara High Street, que reúne a las grandes marcas globales, entre ellas una filial de los almacenes franceses Galerías Lafayette.  

Descubrir los tesoros de la rambla Corniche

“Medialuna” de siete km de longitud con vista al mar
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Corniche es el nombre corto e internacional de Al Corniche, la vía con forma de semicircunferencia que bordea el Golfo Pérsico. Se trata de una rambla de siete kilómetros de extensión concebida para impactar a los recién llegados a la ciudad de Doha. En el extremo septentrional de Corniche están emplazados sucesivamente el Puerto, el Parque MIA y uno de los emblemas de la capital catarí, el vistoso Museo de Arte Islámico, que transita por una reforma edilicia proyectada para concluir antes del inicio del Mundial. En dirección hacia el norte, la rambla -se puede recorrer a pie si el calor lo permite o en auto- sorprende el puerto dedicado a los barcos tradicionales dhow, que dispone de una plataforma para la observación de los rascacielos de la Bahía Occidental. Más allá hay un pequeño muelle donde flamean los países de los equipos de fútbol que competirán por la Copa. El paseo de Corniche prosigue con una serie de construcciones públicas, como el Ministerio del Interior y el Teatro Nacional de Qatar; hoteles de las grandes cadenas y distintos espacios verdes y jardines: Al Bidda, Umbrella, la plaza de la Oficina Postal y Al Dafna. Al final, el paseo empalma con la Bahía Occidental y su puerta de entrada deslumbrante: Nobu Doha, el restaurante metido en el mar hacia el que se dirigen todas las miradas.